viernes, 3 de mayo de 2013

Mala suerte

Sólo me casé una vez. Ella era tímida, la persona más tímida que jamás conocí; tanto, que era incapaz de mirar al mundo a menos que fuese a través de algún espejito. Tenía espejitos de todas clases, los encontraba a su alrededor, a su alcance: el reflejo de una sopa, deformes figuras en pomos de puertas o la imagen invertida de una cuchara, o cualquier cristal tintado.Un día le rompí su espeijto favorito (redondo y pequeño, era la tapa de un pastillero) en un alarde de torpeza, y me gané desde entonces 48 años de mala suerte y cautiverio matrimonial.

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