jueves, 27 de diciembre de 2012

La bella época

-No, no te voy a compartir con nadie.
-¿Pero quién ha hablado de compartir?
-¿Ah, no? Entonces estamos hablando de dejarlo.
-No, no, estoy hablando de otra cosa, no hace falta ponerse tremendista.

Se persiguen alrededor de una mesa redonda, aunque más bien parecen huírse. Ella se para y coloca cuatro dedos contra la madera, a modo de potro, sobre las que asienta sus palabras, rojas como su boca. Él abre mucho la nariz y aprieta los labios.

-Estoy hablando de por qué no se puede considerar el sexo como arte, ¿entiendes?. Cada cual lo hace a su manera, tiene su estilo, sus fetiches, sus tópicos, ya sabes, cada uno se forja una identidad a través del sexo.
-Y tú quieres tirártelo.
-Vamos a ver, no estamos hablando de eso; quiero decir que si el sexo es un arte, también hay artistas, y si hay artistas, también hay público, ¿comprendes?. Hay quienes quieren tener Mirós en sus paredes, y podría haber quienes quieren poseer a alguien, en su cama, admirar su arte.
-¿Y yo no soy un artista?
-No creo que Van Gogh pidiese una felación después de pintar sus girasoles, no sé si me entiendes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario