Nos criaron bajo todas esas comodidades que la humildad trabajadora no le pudo proporcionar a nuestros padres. Nos mimaron como nos merecíamos, o como un sueño paternal frustrado, como ese ex-jugador de béisbol que anima a su hijo a llegar adonde él no pudo. Y ahora al sueño americano españolizado se le han acabado los valiums.
Pero que nadie se alarme, podremos arreglarlo con nuestros hijos.
Nuestros hijos, y éstos con sus hijos, y éstos con sus hijos, y éstos con sus hijos... porlossiglosdelossiglosamén.
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